Sabemos perfectamente que España fue quién mostró a Europa el camino en el tema de la lucha contra la violencia de género y sexual. España fue quien inspiró la ley francesa de 2010 que estableció la orden de protección y que creó el teléfono de gran peligro para las mujeres víctimas de la violencia de género. España no puede ser hoy el país del gran retroceso.
El derecho de las mujeres a disponer de su cuerpo no es un suplemento de alma en una sociedad que se jacta de construir la igualdad. Se trata de un derecho fundamental, es la base de la igualdad. Es la señal más importante de la emancipación de las mujeres en la sociedad. La libertad de las mujeres para elegir si tener un niño o no es la clave de acceso para el conjunto de los demás derechos. Sin la libertad de disponer de su cuerpo, resulta imposible imaginarse la igualdad en la pareja, en la familia, en la empresa o en la esfera pública. En Francia, ya en 1975, Simone Veil, una figura de la política nacional y europea, lograba este avance democrático fundamental para las mujeres, apoyada por las familias políticas de derechas y de izquierdas, porque este tema exige la superación de las divisiones tradicionales.
Actualmente, en el mundo muere una mujer cada nueve minutos a consecuencia de un aborto clandestino. El negar este derecho fundamental a las mujeres españolas tendrá graves consecuencias para la salud pública. Incluso en países donde las autoridades facilitan información sobre la anticoncepción, el aborto es un derecho fundamental.
Nos solidarizamos con las mujeres españolas, por lo que mediante este llamamiento, nos inmiscuimos en lo que nos importa, a todas y a todos, más allá de las fronteras nacionales.